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17 de octubre de 2013 Queridos amigos, El día de hoy, nuestros Monitoreadores Oficiales, José Alberto, Rosa Isela, Javier, Erika y yo, nos citamos para vernos en su escuela. Ahí llegué, y tuve la fortuna de que sus maestros me dieran permiso para tomar algunas fotografías de su vida escolar para ustedes. Recuerden que nuestros amigos y sus Padres viven ahora en el "Barrio Sustentable Monarca". Apenas se abrieron un Jardín de Niños y una Primaria en Agosto pasado después de largos y complicados procedimientos gubernamentales para proporcionar educación para los niños de aquellas familias severamente afectadas en las inundaciones del 2010. Hasta antes de ésta fecha, éstos casi 150 niños asistían a la escuela bajo condiciones muy irregulares y dependiendo de las posibilidades de sus padres para mandarlos a diferentes escuelas de la población, pues su vida aún no se encontraba ni financieramente ni emocionalmente estable y los servicios públicos tales como el agua, electricidad, caminos y transporte tampoco eran regulares.Salimos directamente de la escuela para hacer una larga y placentera caminata al rededor de "El Cerrito" bucando la señal de alguna Monarca. "El Cerrito", a tan sólo algunos cientos de metros de su casa, es donde las Monarca hacen su último descanso antes de llegar a sus dos Santuarios principales cerca de nuestra población. La mayoría de los niños que sabían a dónde íbamos en ése momento nos preguntó asombrado:
Ellos asintieron con su cabeza sin decir palabra, como juzgándonos tontos con un ligero brillo de burla en sus ojos sabiendo que no tendríamos suerte y felices de saber que caminaríamos hasta sentirnos exhaustos. Así fué. NINGUNA MONARCA AÚN. Exhaustos y decepcionados, regresamos a casa sin sentirnos realmente entusiasmados de llenar nuestra Gráfica de Monitoreo con un reporte en ceros ésta semana:
"Las Monarca no deben tardar en aparecer," nos aseguramos unos a otros, sin confesar nuestro verdadero y profundo deseo de ver, en tan sólo unos días, la diferencia en el brillo de los ojos de ésos niños en la escuela, mientras difícilmente podíamos levantar nuestros porpios brazos para decirnos adiós, pero firmemente convencidos de que quizás la próxima semana podría ser... Hasta la próxima semana, Estela Romero
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