Queridos amigos,
Me dirigí éste fin de semana hacia el Santuario de El Rosario, segura de que ésta sería mi última visita semanal.
Cuando llegué a la Comunidad de La Salud, ví a Uriel (7 años) y a Víctor Hugo (7 años), quienes iban con su caballo en busca de un poco de leña para el uso de las cocinas de sus casas. También ví a Joel (12 años) y a Abel (11 años) quienes inmediatamente me reconocieron como "la maestra Estela que nos trae nuestras Monarcas simbólicas cuando las Monarcas reales ya han llegado con nosotros", y me ofrecieron:
"¿Quieres visitar el Santuario?, podemos ser tus guías, pues podrías perderte en el monte"
Inmediatamente acepté su oferta y los cinco nos internamos dentro de la Colonia.
En el camino nos encontramos a dos chicos que venían del monte de juntar leña para vender para consumo doméstico. Ellos nos aseguraron que aún íbamos a encontrar muchas Monarcas en el Sitio. Sin embargo, yo continúe dudándolo. Yo había estado observando una salida continua, --aunque no abundante--, durante toda la semana y mientras me dirigía al lugar ésta misma mañana.
No podría haberme sorprendido más. De hecho, el día de hoy experimenté una de las visitas más hermosas a los Santuarios durante la temporada. Las Monarca aún se encuentran densamente concentradas en la Colonia de Río Grande. Cientos de Miles de Monarcas parecían no tener la menor prisa por salir!.
Me dio la impresión de que la Colonia era incluso un poco más densa que la semana pasada. No había más árboles con racimos, sino más bien los racimos aumentaron en número, tamaño y densidad. ¿ Es posible que las Monarca que se habían quedado en "Los Letreros" el fin de samana pasado aún, se bajaron para agregarse a la ya densa población aquí?. Podría ser así.
Nuevamente éste fin de semana, -- la tercera de manera consecutiva--, el apareamiento de Monarcas se observó por doquier. Mis palabras no ofendan a las Monarca, pero el día de hoy se han vuelto locas!. Quizás podría ser debido a que el momento de su salida final se acerca más y más.
Mis fotos hoy dirán más de lo que podrían hacerlo mis palabras. Las Monarca despegaban de sus racimos en grandiosas explosiones en el aire ocasionando ése singular sonido por el movimiento de sus alas!, imagínenlo por un momento!. Mis emociones iban del descreimiento al profundo asombro al tener un milagro frente a mí.
Los cinco de nosotros, Uriel, Víctor Hugo, Joel, Abel y yo, permanecimos quietos y silencios no habiendo palabras entre nosotros –no eran necesarias--, para sentir el gozo y la presencia de algo tan divino. Cómo deseé hoy gritar a toda la gente del pueblo, de mi país y alrededor del mundo para decirles:
"¿Podrían darse cuenta ya mismo, parar por un momento, y venir y capturar ésta experiencia para llevarla en sus mentes y en sus corazones inevitablemente por el resto de sus vidas?"
Los cinco de nosotros prometimos encontrarnos la próxima semana aventurándonos a adivinar lo que aguardarían los días venideros.
Con todo nuestro afecto para todos ustedes allá en el Norte.
Reportera locale,
Estela Romero
Angangueo, Michocán, México